Roberto Baggio fue de los jugadores capaces de hacer lo que quisieran en una cancha. Y ahora, con 58 años, hace lo que quiere fuera de ella. Visita constantemente los estadios, se ha codeado con la florinata del planeta fútbol en el Mundial de Clubes y hasta participó en un desfile de Giorgio Armani.
Es el descanso del héroe, como confesó en una íntima entrevista con The Athletic: “Elegí la libertad y eso no tiene precio”. Por eso, hoy se dedica a cazar, a tallar señuelos para patos en madera y a vivir la vida de campo en una finca ubicada en Altavilla Vicentina, en las afueras de su natal Vicenza.
Lo curioso es que, confesó, que el fútbol chileno también está entre sus panoramas. O al menos, en su playlist de YouTube, junto a varias ligas sudamericanas. “Todavía sigo el fútbol, absolutamente. Siempre veo muchos resúmenes en YouTube”, reconoció.
¿Qué ve? “Los campeonatos italianos, ingleses, sudamericanos… tanto brasileños como argentinos, a veces chilenos o paraguayos. Quizás hay gente que conozco, como Martín Palermo, entrenador de Olimpia. Me gusta saber cómo está, si está bien. Soy muy apegado a mis amigos y los sigo siempre”, aseguró.
El vínculo de Roberto Baggio con el fútbol chileno
Roberto Baggio quedó enmarcado en un legendario comercial del whisky Johnny Walker, que abordaba el momento más crítico de su carrera: el penal errado en la definición que permitió que Brasil derrotara a Italia en la final de la Copa del Mundo de Estados Unidos 1994.
Lo curioso, es que el aviso -que impuso el lema “Keep Walking”- terminaba con una recreación del gol que Baggio le marcaría cuatro años más tarde a la selección chilena, en el partido que igualaron 2-2 en Burdeos; cuando La Roja de Nelson Acosta estuvo a minutos de llevarse la victoria.
En la entrevista a The Athletic, eso sí, Baggio reconoce que nunca pudo superar del todo ese momento. “Si hubiera tenido un cuchillo en ese momento, me habría apuñalado. Si hubiera tenido una pistola, me habría pegado un tiro. En ese momento quise morir. Así fue”, sentenció “Il Codino”.
Baggio dejó el fútbol oficialmente en 2004. Cinco años antes había jugado con Iván Zamorano en el histórico Inter de Milán, pero quizás su mejor historia con Chile fue en el Mundial de Francia 1998, cuando intercambió camisetas con Marcelo Salas.
Aunque el “Matador” inicialmente se negó al cambio de poleras con el italiano, producto del polémico empate final, en definitiva accedió y hoy tiene un lugar en la colección de recuerdos de su carrera.
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